NO DIGAS MAS.
La noche era común. Tú, como siempre llegaste tarde, lograste colarte hasta mi privacidad y llenarme de besos. Y yo, como de costumbre quería un poco más.
A tiempo, no se como ni porque, descubrí la verdad; azar, destino, curiosidad o morbo.
Luz. Tu en todo tu candor nupcial, aquel que se da después de un corto pero animado cortejo, esperando el botín de tu pobre batalla.
Jamás pensaste que el nombre de Sandra saliera como un desconcertado susurro de mis labios abandonados, cayera con tanta verdad ala alfombra, trepara por tus pies tostados, bañara tu cuerpo hasta rebotar mil veces en tus tímpanos y dejarte mudo.
Un -“QUIEN” tratando en vano de sonar dudoso tropezó con el cobertor y tapizo las desnudas, blancas y frías paredes de mi habitación.
¿INGENUA? TALVEZ – dije con voz tenue, pero firme- ¡PERO TONTA! NO.-decidí dejar esta afirmación mas clara- .
Ya sabes que hacer…enmudecimos y nos congelamos. Unos minutos después, con voz firme y decidida por completo a respetar mi decisión dije. VISTETE.
NADA, ignoraste mis órdenes por algunos segundos, paralizado por la bochornosa situación de ver su plan casi consumado EVITADO.
-Desde que empecé bien contigo, esa relación termino.
¡JA! -Dije para mis pensamientos ocultos. Mientras levantaba la ceja derecha como escudo que resguarda al ser más vulnerable de las flechas enemigas.
En un absurdo intento barato de psicología inversa declamaste casi mormurando a los pocos cuadros que adornan la escena. “Nada de lo que diga podrá cambiar lo que piensas”
Tu frase rebota sin rumbo y sin fin. Elimino tu eco ágilmente y sin contemplación con un silencio, una actitud que ninguna humedad, pasada o futura podría doblegar.
Puse un solo camino ante ti. Solo te podías marchar como lo hiciste. Lento, muy lento; como si levaras en hombros las promesas rotas de cientos de amantes. Agachado, buscando entre las sombras y los pocos reflejos lunares tú inteligencia.
Apuesto a que un ¡RAYOS!, DEBI HABER APAGADO EL CELULAR. Rodaba en tu cabecita.
Me bañe. Tratando de desvanecer lo más pronto posible tus caricias, tus besos…
tu aliento.
En fin –inhalo y exhálo profundamente para poner mis ideas en orden- se que tu aroma desaparecerá en una semana por completo.
Saque las sabanas bañadas de deseo y placer. Y aunque mis manos deseaban quemarlas, para deshacer toda evidencia de ti. Solo las abandone por ahí.
Tome agua, cloro, jabón, suavitel y perfume para borrar tus pasos. Talle con el cepillo de la ropa el sucio y empapado colchón de mi cama.
El sonido de las cerdas en contacto con la roñosa tela rómbica, revoloteaba como palomas aturdidas buscando escapar.
Tener la luz prendida de mi habitación era un lujo que no me podía dar. Si la mirada y la imaginación malpensada y certera de algún vecino curioso me pescaba seria el fin de mi buen orgullo, tan fielmente ganada. Así que la apague. Me alumbre con mi amigo Sony Ericsson que fielmente se presto para amortiguar cualquier indicio de mi labor.
En estos momentos, en los que escribo tu final, el exceso de cloro, mezclada con la luz del celular, lastiman mi retina. Pero no puedo dejar de escribir que tristeza en mi, NO HAY. Solo calma, porque el fondo aun no ve, ni de lejos MIS PIES.
31-03-07 4:21 AM