Sunday, October 23, 2005

GARCÍA MÁRQUEZ.....

Un día en la historia Con Gabriel García Márquez.

Había acudido de último momento a una conferencia en un famoso hotel de cabo san Lucas; pero esa no era una conferencia muy común en el puerto, ya que no solo se trataba de una congregación de eruditos y personalidades de la pluma; periodistas y escritores. Sino que también se esperaba la visita del presidente de la república Vicente Fox.

Ya estando en la sala de conferencias, me percaté de que en el asiento que estaba aun lado del mió ya se encontraba alguien sentado, era un señor de cabellos plateados el cual, por su edad no me había llamado la atención voltearlo a ver. De repente, detrás de mí, escuche una voz suave pero fuerte de una persona que le decía a otra: “¡Mira, es Gabriel García Márquez!”.

La voz entró por mis oídos y retumbo como mil veces en mi tímpano antes de que yo pudiera reaccionar, fue hasta que hizo eco en mi cabeza cuando, rápidamente, empujada por la curiosidad o no sé por qué, volteé a mi derecha, en donde estaba sentado aquel señor de cabellos plateados que no había llamado mi atención cuando llegué.
¡Sí, Era él! Me respondí a mí misma. Era ese rostro que con anterioridad había observado en la portada de algunos de sus libros.

Todo mi rostro le sonrió con incredulidad, timidez y nerviosismo, todos esos sentimientos y más, habían sido como mezclados y vaciados en mí abruptamente. Después de algunos segundos de tener mis ojos clavados en los suyos, luego en toda su cara y de nuevo en sus ojos, contuve mis nervios, sostuve el aire, y ¡por fin me atreví ha decirle algo! Solté un tembloroso y casi apagado –“¡hola!”. Así, como temiendo la falta de alguna respuesta.

Pero mayor fue mi sorpresa cuando respondió con un entusiasta -“¡hola pequeña!”. Su saludo fue tan gentil, que me hizo sentir como si me hubiera recibido mi abuelo. De su rostro salió una gran y bella sonrisa, mientas yo, casi me caía de una de esas incomodas sillas de metal.

- Es usted Gabriel García Marques ¡verdad!
- Así es, contestó él, y asintió con su rostro.
Usted escribió uno de mis libros favoritos: “El coronel no tiene quien le escriba”, personaje que fue muy bien interpretado en una la película por el gran actor Fernando Luján, por cierto.

Pero eso no había quedado así comencé soltando una pregunta tras otra, me sentía como toda una periodista ¡cómo iba a dejar pasar esa oportunidad! Así que lo comencé a bombardear con más y más preguntas.
¿Cómo y cuando decidió ser escritor?, ¿Qué escritores le gustaban cuando era niño? … Y por cierto, hablando de niños ¿Qué hacia Gabriel García Márquez cuando era niño?

Al escuchar esta pregunta guardó silencio, y llevó su mano derecha - que se había encontrado entrecruzada con la izquierda la mayor parte del tiempo- sobre ese mismo lado de su rostro, haciendo una ele con sus dedos índice y pulgar, como si ajustándolos a su cabello plateado y su mentón, pudiera recordar con mayor facilidad su infancia.

-Bueno- contestó Gabriel García Márquez, soltando un poco de aire que había acumulado en sus pulmones mientras pensaba su respuesta.
Y volviendo a respirar como si estuviera apunto de dar un gran discurso me contestó.

- Cuando era niño me gustaba jugar en el jardín y observar entre los higerones la caída de alguna llovizna tierna, pero sobre todo, recostarme a la sombra de algún árbol mientras me comía su fruto. Solía soñar despierto y soñar aún mucho más cuando dormía - una pequeña sonrisa picara brotó de sus labios, dejando ver un poco de sus aperlados dientes -. Siempre soñaba con arboles. Recuerdo una mañana radiante de Febrero cuando la brisa del mar llegó a través de los platanales hasta mi cuarto, era una brisa con un denso olor a aguas dormidas, que parecían no haber escuchado el canto de los gallos. El sol calentaba más temprano que en Agosto, en ese entonces sentí razones muy reales para creer que ahí nunca correría ningún peligro.
- Gabriel García Márquez Tomó un pequeño respiro y siguió.
- Cuando estaba con mis primos o mis amigos, y hacia el viento suficiente para volar papalotes o avioncitos que nosotros mismos manufacturábamos con papel periódico y varitas, y después, subíamos a una pequeña loma y los echábamos a volar. Pero lo que más nos divertía de todo, era ver como batallaba cada uno para recuperar los papalotes o los avioncitos que el viento juguetón había arrastrado hasta las ramas de los almendros que estaban bajando aquella loma.

Claro, probablemente esa hubiera sido la respuesta que Gabriel García Márquez me hubiera dado si en realidad le hubiera preguntado y si en verdad hubiera yo, ido a la dichosa conferencia, lo más seguro es que eso le hubiera preguntado. Un día, tan solo uno. Si pudiera regresar el tiempo, 24 horas serían suficientes para haber dicho si en vez de no, dos letras hicieron la diferencia. La oportunidad se presentó, pero por compromisos del trabajo y el desconocimiento de que ese lunes quince de marzo estaría Gabriel García Márquez aún en Los Cabos, y en esa conferencia, me hizo decir no.
Así que me quede en la paz, con uno de sus libros acabados de comprar para que me lo autografiára. Y así me quede, con el libro quemándome las manos y sin la firma de su autor.
Pero aprendí una gran lección, uno debe tomar las oportunidades cuando se presenten y no dejarlas ir. Claro, eso no es cosa de todos los días. De todos modos, nunca sabes a quien te puedes encontrar en una conferencia.

3 comments:

Geovane Cardin said...

Obrigado Adela!!
Desculpe mas ainda nao sei falar espanhol, mas gostaria muito de aprender. Aqui na Europa tem realmente muita historia e lugares incriveis.
Como eh a vida ai no Mexico?? Quem sabe nao và qualquer dia conhecer tbm!!
Felicidades!!

Roberto Iza Valdés said...
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Anonymous said...

That's a great story. Waiting for more. psc 1210 ink cartridges Live basketball buspirone look alikes