Tuesday, August 29, 2006

GUION DE RADIO...

GUION PARA RADIO: “EL TRIUNFO”

O.P: LA VOZ DE UNA MUJER JOVEN Y MUSICA INSTRUMENTAL DE FONDO UN POCO NOSTALGICA, DE SER POSIBLE, EESCOSESA.

A 40 kilómetros al sur de la capital de baja California sur, encontramos

“El triunfo”.

Cuando llegamos a donde las montañas se abren, después de haber recorrido un largo camino serpenteante, aparecen dos cementerios surgidos como espejismos del clima semidesértico de la zona, un cementerio nuevo de color blanco nos saluda dándonos la bienvenida, y otro, un poco más abajo, agachado entre sus escombros apenas y se asoma, son la señal de que hemos llegado.

En época de sequía, el color verde que cubría el paisaje por la pasada temporada de lluvias de septiembre, desaparece y en su lugar el entorno se envuelve con una capa color cobrizo, porque el otoño ha llegado para cubrir al oasis y la escabrosa foto color sepia, de arboles sin hojas, de ramas secas llenas de espinas, de casas antiguas abandonadas y de calles solas de tierra barrosa seca, rasguñada por el viento, que sin piedad arrastra algún arbusto seco cubierto de espinas sobre las calles, queda estática.

Pereciese ser que el metal, el poco metal que aún queda en las minas, desde el fondo de su inexplorado origen se apodera de El Triunfo, para ser ambos uno mismo para latir juntos o para dejar de hacerlo; Oxidándolo cada vez más como a los viejos machetes ya sin filo de los lugareños.

El viento sopla y le duele no poder acariciar la faz de algún niño que juega con sus amigitos alguna tarde soleada de domingo, no poder secar el sudor de algún minero cansado por la jornada de trabajo, y aún más le duele no hacer batallar entre su aliento a las moscas que buscan el dulce sabor de los dulces tradicionales que don Juanito hace con pitahaya, leche bronca y azúcar ¡huummmm! Que rico jamoncillo o gorditas de queso.

Los hornos, donde se fundían los minerales después de ser lavados, para posteriormente ser pasados a moldes y sus enormes chimeneas de más de 10 metros de altura, se han convertido en gárgolas del paisaje, un gigante entre los gigantes.

El tiempo parecía haberse detenido desde 1923 o peor aún, desde 1730 cuando Manuel de Ocio y sus seguidores comenzaban el auge de la explotación de las minas en la zona del sur de la baja California con la mina del real de Santana, el tiempo se queda en las casas, como el polvo sus muebles.

¿En donde quedaron esos más de 10,000 habitantes que había en “El Triunfo” para 1923, 0 los gringos, ingleses, chinos y mexicanos que habían llegado para conseguir el preciado tesoro de las minas? Lo que sabemos es que murieron de viruela negra y de vomito negro, y otros más en las minas, muchos también fallecieron en la revolución mexicana, en las contiendas que se desataron en este territorio sur de la baja California, que se levantaba en armas en contra del gobierno de Huerta y del propio gobierno estatal que lo apoyaba la usurpación de victoriano huerta.

Los cerros y las barrancas del triunfo resguardan ese tesoro, en la barranca se encuentran las tumbas de los mexicanos, lugareños y chinos que vivieron ahí, las más nuevas y pintadas de color blanco son la de los lugareños. Y la de los chinos que eran traídos como trabajadores de las minas; son aquellas, las olvidadas, las cuarteadas o ya casi en escombros de color barro, que representan un tesoro para la arqueología, pero últimamente, para desgracia de todos, muchas de estas tumbas han sido violadas, saqueadas para vergüenza de todos.

El Triunfo es un lugar rico en historia, no-solo por lo que representó en esa época para la localidad o para el desarrollo de baja California, sino también a nivel nacional, ya que aquí, en julio de 1913 el General Felix Ortega Aguilar, desde su rancho “Las Playitas" emprendió camino hacia “El Triunfo” para dar muerte al temido comandante Leocadio Fierro, conocido como el “Cabo fierro”.

Recorriendo las calles de un pueblo casi fantasma, uno puede percibir a través del viento y de las sombras, la presencia de las almas intranquilas.

Es hasta el día de hoy 2004, que podemos apreciar un cambio en este paisaje, ya que se ha creado el museo del piano en la antigua y reconocida casa de las 7- 11 puertas, donde se encuentran pianos de más de 100 años de antigüedad y que sus cuerdas rehusándose a oxidarse como el paisaje, rompen el silencio y el tiempo, haciendo ondular al viento con sus notas musicales, y que ambas como parejas de baile, comienzan una nueva pieza en lo que es y será la historia de “El Triunfo”. Es como si viéramos el contenido a esa foto color sepia cobrar vida, moverse y tomar tonos diferentes, el verde de los arboles, el azul del cielo, el blanco de las nubes, el color rojizo de la chimenea del horno y el feliz movimiento del viento.

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