Tuesday, May 02, 2006

Cuando llegue, el mundo ya era así.

He conocido muchos lugares, tantas ciudades y tan grandes, con sus industrias, sus grandes centros comerciales, sus tiendas transnacionales, su trafico –no solo de carros -, su contaminación, su vandalismo, su indigencia y sus habitantes siempre apurados como hormigas contra-reloj.


Aquí conocí la paz y la tranquilidad, hasta que comencé a ver las casas marcadas con el sello particular de alguna banda de adolescentes “incomprendidos” - según ellos -, seguidores de lo podrido de una moda extranjera, de algún país que se encuentra en decadencia, precisamente por esas formas de actuar.


Aquí comencé a ver a las mujeres del sureste de México
- Oaxaca, Chiapas, Guerrero principalmente -. Aquellas mujeres que despectivamente se les señala y se les llaman Marías, como si ese nombre fuera el conjunto y mezcla de todas los estereotipos marcadas por una misma sociedad que rechazando su pasado, la niega y la desprecia.

La mayoría de estas mujeres son analfabetas, no saben leer ni escribir, y muchas no saben hablar el español que nosotros hablamos, por lo menos para pedirnos unos pesos ¿ y por que se ven en la indignante y triste labor de pedir limosna? ¿Quién las trae?, Porque es evidente que alguien las controla; además, gracias al chisme que nunca falta, uno se entera de que ellas tan solo se quedan con el 40% de lo que ganan al día ¿A Quien o a quienes le darán el resto? Porque es obvio que una persona no puede sola. Y por ese 40%, que no suele ser mucho, se la pasan desidratándose y muriéndose de calor en los cruceros de esta cuidad capital, teniendo que respirar el humo del escape de algún carro viejo, al que su dueño, por codicia o falta de efectivo o simplemente disidía y flojera, no ha mandado a afinar. Cargando su legado a la espalda, como un camello su giba por el desierto, esperando que esa carga tan pesada posiblemente la salve de los abusos, las injusticias y las injustificadas miradas intolerantes y de desprecio con las que chocan a diario.

Y yo me pregunto ¿Quienes son aquellos hombres y niños que tras el maquillaje blanco, rojo, azul y un traje de payaso, ocultan su identidad y tratan de ganarse el pan de cada día en una de las avenidas mas transitadas de la ciudad, teniendo que esquivar a los carros que rápidamente aceleran cuando el semáforo se pone en verde, y tiene que correr a una esquina o a la guarnición para ponerse a salvo, y esperar que de nuevo que el semáforo se ponga en rojo para comenzar de nuevo su función, y aún más rápidamente, antes de que es semáforo prenda su luz verde acercarse a algunos de los conductores de los carros para que le den su merecida paga por haber hecho magia,

Malabares, haberse tirado al suelo para enseñar la resistencia de su Piel al ponerla al contacto con vidrios rotos o por haber tenido que tragar tiner o alcohol para tener que soplarle inmediatamente después a un palo con fuego.

Aquí comencé a ver y comprender el proceso, por el cual tantas ciudades de todos los continentes pasan, personas que en su mayoría se ven en la necesidad de abandonar sus tierras porque ya no producen, que no tienen otro lugar donde ir, que por falta de estudios se tienen que ganar la vida en los cruceros, etc.

Así podría seguir citando escenarios, pero esa no es la solución, la solución esta en brindarles apoyos para que trabajen, ya sea limpiando carros, casas, etc. El chiste, la solución es no quedarse cruzados de brazos o indiferentemente darle la espalda a los problemas sociales, la solución esta en hacer algo, lo que sea, los grandes legados comienzan de una pequeñita ayuda, con una idea de ser mejores, de ayudar y ser diferentes al resto de la humanidad y de otros países.